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Septiembre 2021




Las máquinas inútiles de Bruno Munari











Bruno Munari es un artista visual, inventor, pedagogo, autor de libros, poeta e inventor italiano.

Es considerado uno de los mejores diseñadores industriales y gráficos del siglo XX. Revolucionó las artes visuales poniendo de manifiesto en su obra temas como el movimiento o la luz, y desarrollando la creatividad y la fantasía en la infancia mediante el juego.

Su aparente simplicidad gráfica, sus ganas de experimentar sin parar y su empeño por cambiar la educación hacia una pedagogía más activa, respetuosa y libre le convierten en mi mayor fuente de inspiración para Woodada.




Para Munari, Jugar se escribe con mayúscula y es sinónimo de atreverse, experimentar, explorar, fallar y lograr. Su espíritu curioso le llevó a imaginar y a crear un montón de diseños destacables del siglo pasado cuyas esas famosas “máquinas inútiles”.

A principios de la década de 1930, jugando con el movimiento y composiciones geométricas, Munari creó una colección de Máquinas inútiles, que fueron consideradas como los primeros móviles artísticos. Los llamó “máquinas inútiles” por la simple razón que no tienen ningún objetivo funcional. Sin embargo, Munari explica que sus máquinas son en realidad muy útiles porque “producen bienes espirituales”.

Con la creación de sus máquinas, Bruno Munari juega con la forma y el color en su estado puro. Sus máquinas inútiles son en realidad geniales y juegan con tres variables: el espacio, el movimiento y el tiempo. Pasó de las dos dimensiones de una obra gráfica clásica a las tres dimensiones de una escultura añadiendo una nueva variante, la temporal que se consigue por el movimiento de las piezas.

Para crearlas, Munari se inspiró de unos recuerdos de su infancia. Recordó ese columpio que colgaba del techo de su casa en Badia Polesine y esas tardes que pasaba a su ventana a soltar varios papeles de diferentes tamaños y a observar como giraban sobre sí mismo al caerse.





Con la creación de esas máquinas, Munari nos confirma que conectar con su niño interior es una fuente inagotable de creatividad.